Reír es la única salida

Singlot Festival: pH negativo

viernes, 06 de julio de 2018 • 11:58h

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Se comenta que en las farmacias
de la comarca 
se han agotado los antiácidos

En química se mide la acidez de las sustancias a través del potencial de hidrógeno, el famoso pH. Cuanto más bajo sea el pH, mayor es la acidez. Cuanto más alto sea, más alcalino es el producto. El agua tiene un pH de 7. La cal, 12. La sustancia más ácida conocida, el ácido clorhídrico tiene un pH de 0. Cero redondo. Y no existen los pH negativos.

Al menos eso decía la química clásica. Porque tras el «Mongolia on Ice», el nuevo espectáculo del equipo de butroneros del humor más desquiciado del panorama actual, que se estrenó ayer en el Singlot Festival, quizá haya que revisar estos conceptos ante la revolución científica que supone haber encontrado una sustancia que hace que el ácido clorhídrico parezca leche maternal. El ácido sulfúrico se convierte en una cremita suavecita que extender en el culito de los bebés. Ese líquido que sale de una batería vieja de una grúa oxidada, y que taladra sus gordísimas llantas de goma, parece un calipo de plátano al lado de «Mongolia on Ice».

Mongolia tiene pH negativo. Al menos, ésa es la hipótesis con la que se está trabajando en la actualidad. No se sabe con seguridad, porque los aparatos que se llevaron para medirlo se corroyeron nada más que Edu Galán y Darío Adanti empezaron a explicar por qué la izquierda siempre se separa y la derecha siempre se une. Cuando pasaron a hablar de los nacionalismos, buena parte de los espectadores tuvieron que ser atendidos por quemaduras de tercer grado. Suerte que se evacuó el teatro y ya no quedaba nadie cuando empezaron a contar su visión de las religiones hippies: los focos explotaban, la madera del suelo se curvaba y se levantaba, el acero inoxidable de las manillas de las puertas se oxidó.

Fue un baño en una piscina de ácido en medio de dos deliciosas duchas alcalinas. Lloll Bertrán recibió el Singlot d’Honor pocos minutos antes, y, por si quedara alguna duda, demostró en su actuación de agradecimiento por qué se habría merecido recibir por lo menos diez: para ella y para cada una de las diferentes mujeres que la habitan. Y después, ya bien entrada la noche Mrs. Brownie nos ofreció un bellísimo recital de jazz guiñol capaz de calmar cualquier irritación que la tranquila noche de Sant Feliu aún no hubiera podido aliviar.

Decía Hitchcock que una película debe comenzar con una explosión y a partir de ahí ir en aumento. El Singlot empezó con ayer con una explosión, y, conociendo lo mucho que le gusta Hitchcock a EL TERRAT, sabemos que nos esperan dos días más in crescendo. Se comenta que en las farmacias de la comarca se han agotado los antiácidos.

(Fotografías: Mar Simó)

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